19 ene 2010

Padres e Hijos Adolescentes







Padres e hijos
Adolescentes


Lo que los padres debemos saber sobre las drogas
11 Consejos de Bill Gates a los adolescentes.

La crisis de identidad en la adolescencia.

Noviazgo en la adolescencia .
Alcohol y adolescentes: efectos sobre su salud.

Decálogo para padres de preadolescentes.

Entendiendo al adolescente.

Hijos al volante: La responsabilidad de los padres.
Los límites en la educación del adolescente.
Los adolescentes en el mundo del chat.
¿Cómo reconocer si su hijo consume drogas?
Conviene tener en cuenta que…
¿Cuál es el problema?
Características Psicológicas de los adolescentes.
¿Qué influye en los problemas entre padres e hijos?

¿Cómo tener un hijo adolescente...y ser feliz?

Lo que los padres debemos saber sobre las drogas.
Por Cristina Pinet, Dolores FortesPsicóloga Clínica - Unidad de Conductas Adictivas del Hospital de Sant Pau
Drogas ha habido y habrá siempre, y es posible que en algún momento de la vida lleguen a su esfera de decisión. Tenemos que ayudarles a crecer y a madurar en un mundo donde existen las drogas y, si las encuentran a su alrededor, puedan tener referentes claros para que puedan decidir y su actuación no les cree problemas. Los jóvenes tienen que llegar a ser capaces de decidir por sí mismos, con la ayuda de los padres, sin dejarse llevar por las influencias sociales mediáticas, ni por las presiones de grupos de iguales para consumir drogas tanto legales como ilegales. La comunicación, el afecto y el reconocimiento en el contexto familiar, les pueden ayudar en la elección.
En la sociedad de hoy predomina en muchos aspectos la filosofía hedonista, de búsqueda de satisfacción y de placer, con un gran miedo y rechazo hacia todos los aspectos que puedan suponer emociones negativas como tristeza, ansiedad, sufrimiento y dolor. Las drogas han adquirido una gran importancia en este ámbito. Las drogas pueden convertirse en una evasión a todos los problemas.


La familia y el adolescente
El adolescente en esta etapa sufre cambios, tanto a nivel físico como psíquico. Ya no es un niño, pero tampoco es un adulto, lo que comporta una sensación de desequilibrio e inestabilidad. Los padres del adolescente también sufren esta inestabilidad, el rol que tenían delante de su hijo-niño deberá también adaptarse al hijo-adulto, lo que acarrea nuevas formas de comunicación y relación. La familia juega un papel muy importante en el desarrollo evolutivo del hijo, en su formación y en el desarrollo de su personalidad, y debe estar presente y atenta a las dificultades que puedan ir surgiendo y que puedan conllevar alteraciones de este desarrollo. Dentro de estas dificultades encontramos el tema de las drogas.


El papel de los padres
El papel de los padres debe ir cambiando a medida que los hijos van creciendo. La función de controlador disminuirá conforme avanza la edad del niño, y poco a poco deberán razonarse las normas, apoyándose en una comunicación franca. Se deberá fomentar la independencia e individuación de los hijos, con derechos y responsabilidades.
Con la edad, los hijos comienzan a ver a los padres como seres humanos corrientes, con defectos y virtudes, por lo tanto se vuelven más críticos con nuestros actos. Los padres debemos esforzarnos en ser modelos para nuestros hijos. Los valores familiares son una transmisión importante para el joven. Deberán reflexionar sobre el consumismo, el placer por el placer, la competitividad, la evitación del sufrimiento, el tiempo y el tipo de ocio, actitudes y situaciones muy relacionadas con las drogas y el mundo de satisfacción irreal que prometen.
Fomentar el diálogo es muy importante para la formación del hijo. Nos ayudará a poder transmitir valores, conocer cómo piensa el adolescente, estar en contacto con sus inquietudes.
La actitud de los padres frente a las drogas será importante para el hijo. Lo que piensan y lo que hacen los progenitores y los hermanos ya adultos tendrá un valor modelador. Se conoce que, además de factores genéticos, la observación cotidiana de abuso de alcohol por parte de los padres es una variable de riesgo para el futuro de los hijos. También el uso de tabaco por parte de padres y hermanos tiene influencia en el tabaquismo posterior de los hijos menores.


Hablar con los hijos de drogas
Los padres temen el posible consumo de drogas por parte del adolescente, pero la mayoría no se atreven a hablar del tema en casa con su hijo. Este temor se debe en general a que los padres tienen poca información sobre las drogas y todo el mundo que las rodea. No se debe crear un espacio especial para hablar sólo de drogas. Tampoco es útil crear un monólogo moralizante, en el que los padres se dedican sólo a repetir que las drogas son malas. Se debe buscar el espacio, con un diálogo abierto en ambas direcciones, teniendo en cuenta sus opiniones, y aprovechando las situaciones que aparezcan y que tengan en cuenta el tema: un artículo en el periódico, un comentario de TV sobre una película, el caso de un compañero...
Sólo cuando los padres tengamos conceptos claros y sencillos, y los compartamos con nuestros hijos con veracidad, nos podremos acercar a ellos, tanto cuando no hay problemas, como cuando pueden empezar a contactar con ellos.
Adaptado de: solohijos.com

11 Consejos de Bill Gates a los adolescentes
Bill Gates, creador de Microsoft y dueño de la mayor fortuna personal del mundo, dictó en una conferencia en una escuela secundaria dirigida a padres y estudiantes sobre 11 cosas que los hijos no aprenden en el colegio.
Estas ideas de Bill Gates, hablan de cómo la "política educativa de vida fácil para los niños" ha originado una generación sin concepto de la realidad, y cómo esta política ha llevado a las personas a fallar en sus vidas después de la escuela. Enfatizó en los “padres que consienten a sus hijos y les dan lo que piden, aún cuando no lo merecen”.

Regla1

La vida no es fácil, acostúmbrate a ello.

Regla2

El mundo no está preocupado por tu autoestima. El mundo espera que hagas algo útil por él antes de sentirte bien contigo mismo.


Regla 3

No ganarás 20.000 $ al mes nada más por salir de la escuela. No serás vicepresidente de una empresa con coche y teléfono a tu disposición, hasta que con tu esfuerzo hayas conseguido comprar tu propio coche y teléfono.

Regla 4

Si crees que tu profesor es duro, espera a tener un jefe. Ese sí que no tendrá vocación de enseñanza ni la paciencia requerida.

Regla 5

Vender papel usado o trabajar los días festivos no es ser lo último en la escala social. Tus abuelos tenían una palabra diferente para eso: lo llamaban oportunidad.


Regla 6
Si te equivocas, no le eches la culpa a tus padres o a la mala suerte. Por lo tanto no llores por tus errores, aprende de ellos.


Regla7
Antes de nacer tú, tus padres no eran tan críticos como ahora. Ellos se volvieron así por pagar tus cuentas, lavar tus ropas y oírte decir que son “ridículos”. Por tanto, antes de salvar el planeta para la próxima generación, queriendo remediar los errores de la generación de tus padres, comienza limpiando las cosas de tu propia vida, empezando por tu habitación.

Regla 8
La escuela puede haber eliminado la distinción entre excelentes, buenos y regulares, pero la vida no es así. En muchas escuelas hoy no repites el curso, hacen que tus tareas sean cada vez más fáciles y tienes las oportunidades que necesites hasta aprobar. Esto no se parece en nada a la vida real. Si fallas, estás despedido. Así que acierta a la primera.

Regla 9
La vida no está dividida en bimestres. Tú no tendrás largas vacaciones de verano y no encontrarás quien te ayude a cumplir con tus tareas, ni jefes que se interesen en ayudarte para que te encuentres a ti mismo. Todo esto y mucho más, tendrás que hacerlo en tu tiempo libre.


Regla 10
La televisión NO es la vida real. En la vida real, las personas tienen que dejar los juegos, el bar, los bailes o los amigos, para irse a trabajar.

Regla 11
Sé amable con los compañeros estudiosos (aquellos estudiantes que tú y muchos otros juzgan que son sonsos). Existen muchas probabilidades de que termines trabajando PARA uno de ellos.



La crisis de identidad en la adolescenciaPor Silvia Nieto
La mayoría de los flamantes adolescentes sufren, porque ven que la naturaleza, los desaloja de su cuerpo de niños sin aviso y el mundo de los adultos está aún ajeno y lejano. Se sienten envueltos en una serie de cambios que el crecimiento les genera en lo físico, que a su vez les produce un intenso desajuste psicológico, definido por crisis de identidad y por sentimientos de ambivalencia. Se preguntan ¿quién soy? y ¿qué soy?. Y sienten la dualidad de desear y temer a la vez cuestiones fundamentales para su vida como la emancipación y la sexualidad.
Esta transición en la antigüedad era recibida con celebraciones y ritos. El paso del tiempo fue erosionando estas costumbres. Sin embargo, esta crisis vital sigue empeñándose tozudamente en provocar enormes problemas en los “ex-niños”, que sienten confusión, resistencia y miedos, y como resultado nos encontramos frente a cambios de conducta. Los padres también se sienten influidos por esta fase que atraviesan sus hijos. Las pulsiones sexuales nacientes y las conductas contradictorias que presentan; despiertan desorientación en la crianza.
Los padres se cuestionan y oscilan entre la angustia y la indulgencia. El estado de adolescencia se prolonga según las proyecciones que los jóvenes reciben de los adultos y según lo que la sociedad les impone como límite de exploración.
Los jóvenes sienten que algo les está sucediendo, incómodos y preocupados, sienten intriga y miedo por los impulsos sobre todo en el plano sexual, el cuerpo puede parecerles prestado, que no está hecho a medida, se enamoran de sí mismos y al mismo tiempo no se cuidan al vestirse o asearse. Niegan su nuevo aspecto, tratan de hacer como si no existiera. A pesar de la información todo ello puede espantarlos.
Otra de las cuestiones que descolocan a los jóvenes es que se espera de ellos actitudes de adulto. Esto los obliga a dejar de refugiarse en su rol de chico y por eso deben reacomodarse. Les fastidia su nuevo aspecto, pero quisieran volver a su antiguo rol. Esta muda afecta a los jóvenes según su carácter y educación.
Es frecuente que los jóvenes no puedan verbalizar sus temores, muchos tienden a aislarse otros desarrollan síntomas, y si estos miedos no son tomados a tiempo, pueden generar angustia, ansiedad y depresiones que paralizan y a veces se transforman en conflictos que arrastrarán de por vida.
Los padres dejan de ser los valores de referencia. Los jóvenes se sienten vulnerables, son sumamente sensibles a las miradas y palabras de los que los rodean y que les concierne, más allá de su familia.
En este momento de extrema fragilidad, lo que viene de dentro y fuera de sus familias puede favorecer la expansión y la confianza en sí mismos, al igual que el valor para superar impotencias, o por el contrario puede estimular el desaliento y la frustración.
Se defienden contra los demás mediante la depresión o por medio de un estado de negativismo que agrava aún más su debilidad. Muchos jóvenes ejecutan actos de agresión gratuitos. En estas “crisis de identidad”, los jóvenes se oponen a las leyes, porque les ha parecido que alguien que representa la ley no les permite ser ni vivir.
El hecho trascendental que marca la ruptura con el estado de infancia es la posibilidad de disociar la vida imaginaria de la realidad; el sueño de las relaciones reales. Al llegar a la adolescencia es cuando este mundo imaginario exterior le provocará la necesidad de salir, y dejar la familia y mezclarse con grupos constituidos, que para él tendrán momentáneamente un papel de sostén extrafamiliar.
No puede abandonar completamente los modelos del medio familiar sin antes disponer de modelos de relevo. Pero se carece de ritos de paso dónde los adultos decreten, no tienen puntos de referencia claros proporcionados por la sociedad, que les permitan superar los riesgos, dado que sólo se les espera en la otra orilla, por lo tanto en la actualidad hay cada vez más adolescentes desesperados que huyen al mundo imaginario de la droga y el alcohol.
El tiempo del adolescente aparece constantemente salpicado de alegrías inmensas y de penas tan repentinas como pasajeras. Sufre y goza, y su humor oscila continuamente entre la depresión y la exaltación.
Ningún joven atraviesa la adolescencia sin tener ideas sobre la muerte, y de que es preciso que supere a un modo las relaciones infantiles. Él vive en forma metafórica el fantasma del suicidio y de que hay que pensar en acceder a otro nivel.
Existe en la adolescencia la creencia en la amistad esto les hace la vida más soportable, tal vez los que no han encontrado estas amistades son los que están más a la deriva. Hay sentimientos que existen desde la infancia, por ejemplo falta de confianza y en la adolescencia se hacen más fuertes.
Si no encuentra otra motivación más que la fe en sí mismo, si los amigos lo traicionan, queda desposeído, y es en este punto de desasosiego, soledad y abandono, donde no hay relaciones personalizadas, buscan un grupo de militancia activa, o tal vez pasivo que se reúna para escuchar música, fumar, beber o drogarse juntos para obtener algún modo de satisfacción.
Hay muchas razones por las que los jóvenes pueden zozobrar... los duelos que deben atravesar en esta crisis vital.
Los padres pierden el lugar absoluto que se les asignaba en otro momento. Las relaciones con el grupo de pares, la falta de una actividad laboral adecuada, un trabajo a través del cual podrían recuperar la confianza en sí mismos, lo cual puede ser una promesa de futura liberación, cuando esto ya no es posible los jóvenes se ven arrastrados a medios ilícitos de ganar dinero y obtener placer.
Esta crisis inquieta a los jóvenes, ya que implica ruptura, en muchos casos tratarán de ocultarla porque remite a angustias muy primitivas. Se vuelve imperioso aliviar el sufrimiento y la desolación de forma inmediata. Los jóvenes necesitan suturar una herida abierta que los desgarra, son capaces de dar la vida y la dan. Así comienzan las adicciones.
El recurso de los tóxicos y en primer lugar el alcohol, es una de las vías de escape ... Los tóxicos a los cuales los jóvenes se hacen adictos representan una señal de alarma, en este período crítico. El entorno familiar no debería favorecer estas conductas.
Lo que se busca es la solución a los problemas graves de identidad. Es el esfuerzo de integración, a todo precio, al mundo de los adultos, ser como todo el mundo ya que no se puede ser uno mismo.
Padres e hijos se desorientan frente a este momento vital, por diferentes motivos ... Los hijos buscan independencia, los padres sienten que sus hijos crecen y esto los lleva a un duelo, y en medio de todos estos cambios es necesario seguir sosteniéndolos, acompañándolos y ayudándolos en este crecimiento ...
Tomado de: Catholic.net
Silvia Nieto es Licenciada en Psicología Clínica, Postgraduada en Psicoanalisis, y también en Niñez, Adolescencia y Familia, en la actualidad asesora a los coordinadores y jóvenes de la pastoral juvenil y vocacional dirigida por Fray Marcelo Corleto en la Parroquia de Nuestra Señora de la Consolación de la Orden de los Agustinos Recoletos, en Buenos Aires, con consulta privada en la misma capital y en la ciudad de Bragado (Argentina).

Noviazgo en la adolescencia Por Elizabeth Aguilar Lizano
En la adolescencia, el mundo se abre de una manera diferente para los y las jóvenes y muchos aspectos se vuelven sumamente atractivos: la libertad, la autonomía, el sexo opuesto, el amor…
En esta edad se vivencia el primer amor, ese amor que llevamos prendado a nuestros recuerdos, y sentimos que nos “enamoramos” no una, sino muchas veces. Esta sensación es maravillosa, de adultos la seguimos experimentando, y es uno de los estados más sublimes que puede vivir un ser humano.
Pero el enamoramiento es una experiencia que debe vivirse de manera consciente, lo cual resulta sumamente difícil cuando se tiene 13 o 14 años. Resulta contradictorio afirmar que el enamoramiento (lo cual alega a emociones) debe vivirse de una manera deliberada; sin embargo, es necesario que las personas distingan las repercusiones de una ilusión pasajera y las de un verdadero amor.
El amor inmaduro
Ahora veamos ciertas características del amor inmaduro. En primer lugar, es egocéntrico, busca el beneficio y la satisfacción propia. Dos personas enamoradas, desean estar todo el tiempo juntas, necesitan sus llamadas constantes y no conciben su vida sin su “media naranja”; y aunque esto parezca muy romántico, lo que enmascara es la necesidad de compañía, revela el deseo que tenemos los seres humanos de ser una persona significativa e indispensable en la vida de otros.
Asimismo, el enamoramiento comprende una ilusión pasajera pues se basa exclusivamente en emociones, y éstas son dinámicas, cambian según las circunstancias y se modifican a través del tiempo. Por esta razón, se vuelve casi imposible mantener la intensidad inicial a lo largo de la relación.
Según lo expuesto hasta ahora, el enamoramiento pareciera ser un estado no muy positivo… ¡todo lo contrario! Estar enamorado es una de las mejores experiencias que puede vivir el ser humano, el problema radica en confundir ilusión con amor y tomar decisiones precipitadas, y muchas veces inadecuadas.
Relaciones sexuales
Una de las decisiones más comunes entre los y las adolescentes que creen haber encontrado al “amor de su vida”, es iniciar las relaciones sexuales. Cada día los y las jóvenes inician sus prácticas sexuales a más corta edad, y muchos lo hacen por miedo a perder a la persona amada. Sin embargo, la vida íntima es una extensión del amor verdadero, y éste difiere mucho del amor inmaduro que se experimenta en el enamoramiento.
De esto deriva la importancia de que los y las adolescentes comprendan que su vida sexual debe postergarse hasta el matrimonio, pues asumir esta responsabilidad cuando no se está preparado para ello, acarrea consecuencias poco placenteras para los involucrados. Los embarazos no deseados, las enfermedades de transmisión sexual, el SIDA, los abortos y sus secuelas se encuentran a la orden del día.
Otra de las decisiones aceleradas es el matrimonio. Algunos jóvenes enamorados creen haber encontrado a la persona perfecta, aquella con quien nunca tendrán discusiones ni conflictos, la que nunca les hará sentir mal y con quien compartirán todos los aspectos de su vida; bajo este velo de fantasía el matrimonio aparece como el próximo paso a seguir.
Sin embargo, un enlace matrimonial no debe llevarse a cabo con fundamentos únicamente ilusorios y emocionales, pues como ya se anotó, las emociones son fluctuantes y cambian según las circunstancias. Los y las jóvenes que contraen matrimonio por estar “locamente enamorados”, usualmente terminan en divorcio.
La cotidianidad, los problemas económicos y familiares, las discrepancias en cuanto a la disciplina y educación de los hijos, y muchos otros conflictos acabarán con la imagen idealizada de la pareja; ya no será la persona perfecta, sino que se verá como el ser humano con defectos que es, y probablemente esta nueva imagen no provoque el mayor agrado.
Amor verdadero
Ahora bien, si estar enamorado no es suficiente para sostener una relación ¿qué más se necesita?
Algunos jóvenes (y adultos también) necesitan comprender que lo que diferencia las relaciones triunfadoras de las no exitosas, se llama amor verdadero. Este tipo de amor, se caracteriza porque no es egocéntrico, no hiere ni lastima, y quizá lo más importante: pone a prueba las emociones.
El amor maduro se desarrolla a lo largo del tiempo, con la convivencia mutua, en los tiempos de prosperidad y en los tiempos de calamidad. Se inicia con el enamoramiento, pero al pasar este “encantamiento”, se comienza a amar la esencia de la persona, no su belleza física ni su popularidad, se aman sus defectos y virtudes, se le respeta en momentos de discrepancia, se le escucha en medio del agobio; en resumen, se le ama cuando parece imposible amarle.
No se trata aquí de decir que los y las adolescentes no saben amar, de lo que se trata es de educarles (y también a sus padres) en cuanto a la diferencia entre amor e ilusión, para que vivan la adolescencia de forma plena y satisfactoria, sin tener que arrepentirse por decisiones tomadas a la luz de una quimera.
Tomado de: enfoquealafamilia.com

Alcohol y adolescentes: efectos sobre su salud
El consumo de alcohol entre los adolescentes, sobre todo durante los fines de semana, se ha convertido en los últimos años en un grave problema de salud pública; distintos estudios y encuestas constatan este fenómeno.
Los profesionales de la salud vienen denunciando, desde hace tiempo, los efectos que el alcohol puede tener en la salud de los adolescentes, tanto en el presente como en el futuro, pues su consumo perjudica el desarrollo cerebral de los adolescentes pudiendo ocasionarles problemas de memoria y de aprendizaje.
El consumo de alcohol se asocia a la conflictividad en las relaciones personales y familiares y al fracaso escolar. Además, bajo los efectos del alcohol se pueden mantener conductas de riesgo con graves consecuencias, como accidentes de tráfico, infecciones de transmisión sexual o embarazos no deseados.



¿Sabía que…?
Los datos de la Encuesta Escolar de la Delegación del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas entre adolescentes de 14 a 18 años reflejan el siguiente panorama:
Los adolescentes españoles empiezan a beber a los 13,7 años.
Entre los menores es cada vez más frecuente emborracharse todos los fines de semana. Los profesionales de la salud consideran este patrón de consumo una conducta de alto riesgo.
6 de cada 10 menores de 14 a 18 años consumen alcohol los fines de semana.
Entre los adolescentes que consumen alcohol, es más frecuente el consumo de marihuana, cocaína y otras drogas.
La mayoría de los adolescentes no consideran peligroso el consumo de alcohol.



Efectos del alcohol en la salud de sus hijos adolescentes
Los efectos del consumo de alcohol en la adolescencia son diferentes a los que se producen en los adultos. La evidencia científica ha demostrado que:
La adolescencia es una etapa muy vulnerable a las adicciones. Los efectos nocivos de cualquier sustancia tóxica son más perjudiciales en un organismo que está en pleno proceso de desarrollo.
Cuanto antes se empieza a consumir alcohol, más pronto aparecen los efectos tóxicos de esta sustancia y además aumenta la probabilidad de dependencia.
Las últimas investigaciones señalan que el consumo de alcohol durante la adolescencia puede provocar alteraciones en el crecimiento y en la maduración sexual del adolescente. También puede producir alteraciones hepáticas, digestivas y cardiovasculares.
El consumo de bebidas alcohólicas perjudica el desarrollo cerebral de los adolescentes y puede ocasionarles problemas de memoria y de aprendizaje. Estos problemas están provocados directamente por el alcohol que contienen todas las bebidas alcohólicas y pueden presentarse sobre todo cuando se consume de forma intensa.
La adolescencia es la fase más importante para la maduración del cerebro: si no se desarrolla en esta etapa no se desarrollará jamás.
Los efectos perjudiciales del alcohol sobre el cerebro son independientes del tipo de bebida alcohólica consumida.
Entre los adolescentes, no se puede hablar de consumo responsable. A estas edades, la única conducta responsable es no beber alcohol.
Fuente: sontushijos.org



Decálogo para padres de preadolescentes
1. Conozca lo que es un preadolescente
Un preadolescente, por defecto, es un ser distraído, indolente, olvidadizo. Con frecuencia parece ausente y su interés decae con facilidad, tanto en su vida social como familiar, y no digamos en su vida académica. No se lo tome como algo personal, estas actitudes no son del todo voluntarias, vienen provocadas en parte por los fuertes cambios hormonales que sufren los preadolescentes. Habrá que ayudarle a vencerse a si mismo, pero sin olvidar que su aprovechamiento del tiempo no será nunca como el de un adulto.
2. Procure que su hijo tenga modelos
Descubra por que personas famosas siente admiración su hijo: un deportista, un actor de cine o un cantante de moda. Cualquiera de ellos tendrá una apretada agenda, llena de compromisos y no pocos esfuerzos y vencimientos personales, que su hijo tal vez no imaginaba. Una buena dosis de realismo le vendrá bien para ir adquiriendo una visión más racional, las personas que viven holgazaneando y a pesar de ello triunfan en la vida son un producto de ficción.


3. Sea usted mismo un modelo
Su hijo hará lo que usted haga, no lo que diga. Aparentemente los adolescentes no se fijan en sus padres. Nada más lejos de la realidad: saben perfectamente si somos o no puntuales, ordenados, trabajadores, los adolescentes se sienten atraídos por los adultos coherentes, de modo que sirve de poco “predicar” y luego no ir por delante.

4. No pierda el tiempo con largos sermones esporádicos
Un seguimiento cercano, aunque no agobiante, es más eficaz que una buena reprimenda cada vez que llegan unas calificaciones inferiores a las esperadas. Los chicos necesitan que les recordemos a menudo, con cordialidad pero con firmeza, que es lo que les toca hacer en ese momento.

5. Ayúdele a optimizar el esfuerzo
Debido a las dificultades propias de esta edad puede hacerse más costoso el trabajo intelectual. Necesita herramientas para aprovechar con eficacia sus ratos de estudio (método, elaboración de esquemas,...) y evitar así los largos ratos sentados delante de los libros, que resulta improductivos y tediosos.
6. Intente motivarle con planes que le ilusionen
Un partido de fútbol, un programa que le guste (y que sea adecuado), una película en cine o en casa. Siempre es más fácil esforzarse cuando hay una recompensa, y en estas edades la simple satisfacción del deber cumplido no suele ayudar demasiado.
7. Mantenga el espíritu deportivo y el buen humor
Es posible que en la batalla para conseguir que su hijo preadolescente aproveche el tiempo sufra tantas derrotas como victorias o incluso más; es necesario no desfallecer, no tirar la toalla, porque así él aprenderá también a recomenzar las veces que haga falta, sin desánimos.
8. Evite comparaciones
Hay que desterrar comentarios como “Fíjate en tu hermana que saca tiempo para recibir unas clases particulares” o “mira a tu amigo Alejo, entrena doce horas a la semana y además saca excelentes notas”. Cada uno es cada uno, y en el preadolescente lo único que provocan las comparaciones es rebeldía y mal humor.
9. Busque el equilibrio
Busque un equilibrio entre la necesaria flexibilidad y la irrenunciable firmeza en criterios básicos que garanticen un orden: horarios, control de contenidos y del tiempo dedicado al ocio (internet, tv, juegos electrónicos...)
10. Asegúrese de que su hijo sabe que usted le entiende
A su edad, la escala de valores tiene poco que ver con la nuestra. En nuestras manos está que cada conversación no degenere en discusión. No intentemos agotar los temas, decir la última palabra. Una actitud más conciliadora y abierta resulta más provechosa. Si notan que les comprendemos, aumentará su confianza y tendremos mucho ganado.
Fuente: sontushijos.org




Entendiendo al adolescente
El adolescente vive una difícil "postura existencial". Ello puede ayudar a comprender las "inestabilidades" y "vaivenes" emocionales a los que se ve sometido y que suele expresar en su conducta. El adolescente suele tener una afectividad muy rica pero inestable, extremista en sus estados de ánimo (grandes alegrías y grandes tristezas) y ambivalente en sus acciones.
A veces, se muestran irreflexivos, se angustian, o entran el pánico. Por eso, su conducta resulta algo extraña y muchas veces "desconcertante". Podemos plantearnos el "porqué" de todo esto:



La angustia: Ya hemos visto que gran parte de los cambios que se dan en el adolescente (los cambios corporales y sociales) tienen un denominador común en cuanto a consecuencias: les provoca angustia. La angustia es uno de los fenómenos más frecuentes en el adolescente. Esta angustia a veces se expresa en forma de miedos, o de sentimientos de extrañeza, o en "nostalgias". Otras veces se elabora en forma de rebeldía, de depresión, de soledad... etc.


La inseguridad: Junto a la angustia, e inseparable de ella, surge la inseguridad. El adolescente se nota incierto ante sí y ante lo que le rodea, por eso es ambivalente frente a la mayoría de las cosas.
La introversión: La inseguridad y la angustia, unidas a su capacidad de conceptualización, conducen al adolescente a un "meterse en sí mismo". Se vuelve introvertido y se plantea una serie de cuestiones acerca de él mismo: ¿Quién soy yo?, ¿qué quiero?, ¿adónde voy? No le resulta fácil contestarse: no se comprende a sí mismo y por eso piensa que los demás tampoco le comprenden. Esto lo desanima, duda de sí, se siente inseguro y todo ello contribuye a que se aísle (se "encierra en su habitación"... etc.).

Mecanismos de defensa: Los mecanismos de defensa más frecuentes utilizados por el adolescente y que explican alguna de las conductas que observamos en ellos, son:
1. La fantasía: el "soñar despierto" imaginándose grandes, queridos, admirados...
2. La sublimación: no sabe cómo enfrentarse con situaciones concretas.
3. La intelectualización: se sumergen en divagaciones y explicaciones para todo.
4. El ascetismo: deseo de "poder" y así sentirse "controladores" de lo que les desconcierta.
Por: Carmen Gómez
Fuente: Aciprensa


Hijos al volante: La responsabilidad de los padres
Si tiene un hijo adolescente próximo a obtener su licencia de conducir, sepa que tanto él como usted son responsables ante la situación de adquirir dicha licencia. Su hijo, con su conocimiento sobre el manejo y sus aptitudes físicas y psíquicas, y usted, con la responsabilidad de otorgarle la autorización teniendo la seguridad de que realmente será cabal al poseerla.
Según las estadísticas, los jóvenes de 15 a 24 años constituyen un tercio del total de los accidentes de tránsito con víctimas fatales. Es decir, los adolescentes se ven envueltos en tres veces más cantidad de accidentes fatales que el resto de los conductores. Esta lamentable estadística se debe a la combinación entre la inmadurez emocional de un joven de esta edad, sus comportamientos riesgosos y la falta de experiencia en la conducción.
Teniendo en cuenta esta problemática y para comenzar a analizar la situación de la adquisición de la licencia de conducir a tan temprana edad, es necesario tener en cuenta, en primer lugar, que el tránsito de una ciudad está conformado por distintas personas que componen la vía pública; entre ellos, conductores, peatones, acompañantes, etc. Al pensar en su hijo(a) como conductor de un vehículo, no pierda de vista el riesgo que pudieran implicar aquellas otras personas que comparten este sistema con él/ella y usted no conoce.


Cuando un “NO”
Para un adolescente obtener su licencia de conductor es un hecho trascendental en su vida, al mismo tiempo es generadora de ansiedad e impaciencia.
Los padres conocen muy bien a sus hijos. Por este motivo saben cómo actuarían o cuáles serían sus pensamientos o decisiones ante situaciones desconocidas o imprevistas. A su vez, reconocen si son lo suficientemente maduros y estables como para obtener una responsabilidad tan grande como la de conducir un vehículo.
Por lo tanto no vienen mal algunas recomendaciones para aprender a reconocer en sus hijos estas actitudes poco deseables que deberían desembocar en un “no” a la autorización de la deseada licencia. Algunos ejemplos:
1. Si la personalidad de su hijo es impulsiva, inestable o agresiva.
2. Si es irresponsable o inmaduro en sus situaciones cotidianas (estudio, trabajo, etc.).
3. Si suele exponerse o verse envuelto en situaciones peligrosas. Si participa de peleas o discusiones habitualmente.
4. Si su actitud frente a la autoridad es inapropiada, si responde o no a las órdenes, etc.
Si copia actitudes peligrosas de determinados amigos o se deja llevar por ellos en cualquier situación.


Educación y compañía
¿Puede un adolescente aprender solo a manejar y tener conciencia de cómo comportarse? Creemos que el adolescente debe contar con el apoyo de sus padres quienes así lo inicien en la práctica de la conducción. De esta manera, el joven tomará todas las modalidades y ejemplos prácticos que el padre le transmita en forma clara y de fácil entendimiento haciendo hincapié en las normas de seguridad. Proponer una conducta que priorice la paciencia y el respeto al prójimo es una virtud a fortalecer por parte de los padres, porque lamentablemente es común encontrar a jóvenes muy lejos de este estereotipo.
En el caso de que usted no tenga la suficiente paciencia para poder enseñarle a su hijo(a) la difícil tarea de ser un conductor defensivo, tenga en cuenta la opción de las escuelas de conducción. Aquí se encontrará con personas especialmente entrenadas en esta tarea, con paciencia y vehículos adecuados para las prácticas, con aulas de entrenamiento y enseñanza en cuanto a la teoría que tendrá que saber a la hora de obtener la licencia de conducir.
Lo que intentamos mediante esta nota es esclarecer datos para que usted conozca cuál es el perfil que debería tener un conductor a la hora de sacar su licencia de conductor, y asemejarlo con la personalidad y características de sus hijos; y aunque este hecho le produzca a su hijo(a) mucha ansiedad y no pueda esperar, sepa que es un hecho que requiere de mucho conocimiento y responsabilidad, por lo cual usted como padre tendrá que evaluar si su hijo adolescente no corre peligro, ni lo generará, al obtener esta licencia para conducir.
Fuente: Revista Bekaritos

Los límites en la educación del adolescente
La mayoría de los padres que hoy tenemos 40 o más fuimos educados con límites estrictos y estos solían aplicarse de manera violenta. También nos tocó transitar la infancia y adolescencia en un ping-pong de breves gobiernos democráticos o quizá largas dictaduras, en fin conocimos el autoritarismo y el rigor para lograr, supuestamente, el orden y la paz social. A lo mejor por esas experiencias, muchos elegimos no ser autoritarios y poner pocos límites.
El panorama se completa con un ritmo de vida agitado y poco tiempo disponible para compartir con nuestros hijos y el resultado es que hemos llegado a una situación de complacencia con los niños y adolescentes. Gran cantidad de padres de hoy sienten que no pueden con sus hijos, que ya no saben qué hacer para que el niño respete a los mayores y cumpla con sus obligaciones


Por qué y para qué los límites
En primer lugar tenemos que tener claro por qué son necesarios los límites y para qué los ponemos. Los límites son una medida de protección y una manera de acostumbrar a los niños a pautas de convivencia social. Un bebé no se puede valer por sí mismo y los padres preparamos cunas y sillitas donde estén cómodos y no puedan caerse ni lastimarse. Cuando caminan permitimos que se desplacen por la casa pero no dejamos que caminen solos en el barrio o calle para que no los atropelle un auto, les enseñamos qué cuidados deben tener y esperamos varios años para que puedan cruzar la calle solos. A medida que crecen adquieren mayor autonomía y los papás mayor confianza en ellos y su capacidad de cuidarse.
Tal vez en otras áreas de crecimiento de los niños no nos resulten tan claras las medidas que debemos tomar ¿cuándo está preparado para realizar un paseo con amigos y sin ningún adulto? ¿Cuándo puede salir de noche y con qué frecuencia? ¿Cuánto tiempo es saludable que esté en la computadora? ¿Por qué le va mal en la escuela, tengo que tomar alguna medida? ¿Está bien que mi hijo participe en grupos políticos o religiosos? ¿Tengo que respetar su derecho a elegir cómo vestirse y peinarse?
Ponemos límites para delimitar un espacio en el que el niño o adolescente pueda desempeñarse sin poner en riesgo su integridad ni la de otras personas. Permitimos que se caiga un par de veces antes de aprender a andar en bicicleta pero no le damos un auto a los diez años. Asimismo tengamos en cuenta que en la construcción de su personalidad y de vínculos tan importantes como la amistad o la pareja tendrán que sufrir algunos porrazos como parte de su crecimiento.


La autonomía
La autonomía es un largo proceso, se da en etapas, por ejemplo cuando ya tiene edad para salir de noche con amigos es porque consideramos que puede cuidarse solo esa noche en un determinado lugar y que es capaz de volver al hogar al terminar ese programa. Es probable que estas nuevas posibilidades lo deslumbren y quiera salir muy a menudo sin lograr todavía una regulación que le permita descansar lo suficiente y procesar las emociones y sensaciones que la nueva actividad le despierta. Para eso estamos los padres, para ayudarlo a aprender a regular permitiéndole que salga algunas veces y otras no y poniéndonos firmes cuando vemos que se está pasando de vueltas.
Poner límites requiere firmeza y convencimiento en lo que hacemos, no hace falta enojarse, ni gritar. Lo que hace falta es una gran dosis de paciencia y autoestima pues los berrinches de los niños y las reacciones agresivas de los adolescentes son muy intensas. Poner límites es un acto de protección, no un juego de poder.
Fuente: Revistas Bekaritos



Los adolescentes en el mundo del chat
A esta altura no es ninguna novedad decir que la aparición de internet marcó un antes y un después en lo que respecta a las comunicaciones humanas. Creado en Estados Unidos como una estrategia militar para la supervivencia de las redes de comunicación en el supuesto de ataques nucleares, con el tiempo fue expandiendo sus objetivos, alcances y navegantes.
En los últimos años una de las herramientas más utilizadas por los cibernautas adolescentes es el chat (que en castellano significa charla), conversación en tiempo real a través de internet entre distintos navegantes.
Existen canales de charla que facilitan este servicio, permitiendo enviar mensajes en forma simultánea a todos los que se encuentren conectados a un chat room, lo que en otras palabras podríamos definir de “tertulia virtual”; para los jóvenes, simplemente foros. El chat y especialmente los foros han posibilitado que jóvenes de distintos países en todo el mundo derriben las fronteras de espacio y tiempo y se “conozcan”.

Por qué les gusta tanto el chat?
Algunos especialistas señalan que el chat es un refugio para los adolescentes porque es un espacio que les permite mostrarse tal cual son y sienten. Al mismo tiempo establecen un fuerte distanciamiento con los adultos porque estos acceden poco o tienen un vago conocimiento de estas nuevas formas de comunicación y entretenimiento.
Los especialistas también sostienen que el chat genera la cultura del anonimato porque los adolescentes se acostumbran a comunicarse sentados frente al monitor de la computadora. A pesar del aislamiento, esta cultura, en definitiva, les permite a los adolescentes formar amistades y relaciones de modo más sencillo y menos comprometido que si tuvieran que entablarlas en forma personal. Es al mismo tiempo una forma de que los adolescentes se sientan protagonistas porque interactúan, se socializan, intercambian ideas, generan grupos. Por supuesto que los grupos o comunidades son sistemas herméticos, lo que también sucede en la vida de los adultos.
A diferencia de la comunicación física, sea verbal o no, el universo del chat utiliza al texto como medio de expresión. Los adolescentes lo tienen tan incorporado que dicen que “hablan” cuando en realidad escriben. Hablan con los dedos y escuchan con los ojos.
El lenguaje del chat
Nuestros hijos han aprendido muy rápido este lenguaje del chat: términos y signos han creado un nuevo lenguaje, más simple y más práctico, más corto y más abreviado, plagado de “emoticones”, neologismos o caritas para expresar sentimientos y sensaciones. Algunos se amparan en el chat porque les ofrece seguridad, pierden la vergüenza o se olvidan de sus complejos.
Quienes se muestran más preocupados por este fenómeno de comunicación son los estudiosos del lenguaje. Señalan que en los ámbitos escolares se advierte el bajo nivel de diálogo y escritura de los jóvenes, especialmente por el escaso lenguaje que utilizan lleno de simbolismos. La preocupación se acrecienta porque esta realidad sucede en una etapa vital en la formación intelectual de los jóvenes, período en el que deberían incorporar muchos más conocimientos.
Desde el punto de vista sociológico el uso de este vocabulario propio del chatear tiene que ver con esa necesidad del adolescente de crear un espacio propio, un universo al que los adultos no tengan posibilidad de acceder. Existe como una especie de código propio y esto es, quizás, uno de los tantos atractivos para los jóvenes cibernautas.
El hecho es que a menos que sea un adulto entendido, los padres desconocen hasta la existencia de muchos elementos que componen la aldea globalizada, esta es una de las razones por las cuales internet tiene tanto atractivo para el público joven ya que les da un lugar seguro para dejar sus problemas, o un mundo de escapatoria a la realidad de todos los días a niveles tanto políticos, sociales por su país o simplemente por los propios integrantes de su familia.
Esta forma de comunicarse que hoy eligen los jóvenes genera muchas incertidumbres en nosotros, los adultos. Por un lado, enriquecen sus relaciones de modo diferente al habitual y, por otro, se aíslan en sus habitaciones, en las casas de juegos en red, en los cybercafés sin sacar los ojos del monitor, sin dejar de teclear con rapidez...


Dispositivos de seguridad
El infinito mundo de conocimientos que hoy por hoy ofrece la red de redes genera también algunos riesgos por los cuales los padres deben estar alertas y combatir. No se trata de prohibirles a los chicos el acceso a internet sino de educarlos respecto al comportamiento y la utilización correcta de esta valiosa herramienta.
El acceso a contenidos pornográficos y violentos son las mayores preocupaciones que los padres expresan cuando se los consulta sobre el tema. Pero existen otros riesgos como el secuestro, abuso sexual, intimidación, robo de identidad, crimen electrónico y la violación a la privacidad. A través del chat, niños y jóvenes pueden ser vulnerables a engaños por parte de desconocidos que se ganan su confianza y pueden llegar a entregarles inocentemente información personal o cometer ilícitos a nombre de los menores o de sus propios padres. Hay quienes después de establecer el contacto personal citan a los niños o jóvenes en lugares públicos para secuestrarlos, robarles sus pertenencias y abusar sexualmente de ellos.
La utilización de dispositivos de seguridad es lo más apropiado para proteger a niños y jóvenes. Por ejemplo se puede configurar algunos navegadores, como Internet Explorer, con la finalidad de que restrinjan los contenidos inapropiados. Otras aplicaciones como Cybersitter (www.cybersitter.com), Cyberpatrol (www.cyberpatrol.com) o Netnanny (www.netnanny.com), bloquean sitios web de la “lista negra” y restringen el uso de aplicaciones de mensajería y de chat.
Fuente: Bekaritos

¿Cómo reconocer si su hijo consume drogas?
El acceso a sustancias psicoactivas en la sociedad de hoy es mucho más fácil de lo que nos imaginamos. Por esta razón, los padres deben estar permanentemente atentos a los cambios negativos en el comportamiento de sus hijos adolescentes pues ello puede ser indicio de que consumen droga.
El abuso de estas sustancias puede generar comportamientos que alteran la estabilidad, el desempeño en el estudio, la concentración, los movimientos, la agresividad, los pensamientos, los estados de ánimo, la ansiedad, el raciocinio, la conciencia, la voluntad, la estabilidad, y en general otros aspectos que se desarrollan según el ambiente y el estado actual de la persona.
Estos son algunos casos concretos que nos ayudarán como padres a evaluar una situación de riesgo en nuestros hijos:
El desempeño escolar: faltando a clases, o desarrollando mal comportamiento.
El interés en actividades: perdiendo interés en sus pasatiempos habituales, deportes o actividades favoritas.
Las rutinas cotidianas: comiendo en exceso o dejando de comer; durmiendo en exceso o dejando de dormir.
La selección de amigos: cambiando de amigos, o juntándose con gente que se sabe que utilizan drogas.
Alteración de su personalidad: mal humor, nerviosismo, agresividad o una rebeldía persistente.
Hermetismo en sus cosas: cerrando con llave sus cuartos, gavetas o cajas.

Objetos que delatan
Además existen ciertos objetos que usted puede encontrar en su casa, o en posesión de sus hijos que pueden indicar que están usando drogas.
Por ejemplo:
Papeles para enrollar cigarrillos, pipas y pinzas que se usan para consumir marihuana.
Frascos pequeños de medicinas, espejos, o cuadritos de vidrio que se usan para consumir cocaína.
Latas o recipientes vacíos de pegamento, o latas vacías de spray para el pelo, que pueden ser restos del consumo de inhalantes.
Vale resaltar que no sólo las drogas ilícitas son psicoactivas, también lo son el consumo inadecuado medicamentos legales como analgésicos y tranquilizantes.
Es importante incluir dentro de las conversaciones con los hijos estos temas, explicándoles las consecuencias del uso de drogas y de lo que pueden encontrarse fuera de casa. Hable de temas de interés para ellos, infórmese y hágale saber sobre las sustancias que pueden ser adictivas. Invítelos a realizar actividades como el deporte, el arte, la música, etc. Recuerde también reforzarles su autoestima, valore sus capacidades y corríjales cuando sea necesario.

Conviene tener en cuenta que…
La edad cronológica de la adolescencia puede variar. Hablamos de 12 años en adelante, pero puede ser distinto para cada persona.
No hay adolescencia, sino adolescentes. Existen personas concretas de carne y hueso, con peculiaridades y circunstancias de todo tipo.
No existen dos adolescentes iguales. Cada persona vive la adolescencia de una manera peculiar, por tanto los problemas y las soluciones son distintas en cada caso.
No hay recetas. Cualquier cosa que se afirme tiene mucho de ensayo, validada por la experiencia de muchas personas, pero sin pretensiones de exactitud matemática.
La adolescencia no es una enfermedad. Es una etapa necesaria para madurar, para adentrarse en el mundo, para desarrollar la personalidad.
El adolescente sufre y hace sufrir. Acepte ese hecho, que será la mejor preparación para sobrevivir y poder ayudar.
Distinguir mis problemas de sus problemas. En todo momento debe saber diferenciar los diversos problemas que se presentan. La mayoría son del adolescente. Sólo serán suyos si los acoge como tal. No se lo aconsejamos.


¿Cuál es el problema?
Se adjunta una lista de posibles problemas que se suelen presentar en los adolescentes. Si su hijo/a presenta alguno de ellos, piense que tiene un hijo/a al que hay que ayudar, no un problema.
Si suelen ocurrir varias de estas situaciones…
Elija una de ellas.
Identifique la situación contraria que desea.
Diseñe varias acciones pertinentes para este objetivo.
Rece y háblele con claridad y cariño.
Vuelva a intentarlo
Sea firme…
Ve demasiada televisión.
Se acuesta tarde y se levanta tarde.
Va desarreglada.
Se pelea con sus hermanos.
Se enfurece cuando no consigue lo que quiere.
Deja su cuarto en desorden.
No cuida sus cosas, las pierde.
No participa en la vida de familia.
Quiere estar siempre sola.
Sale con amigos indeseables.
No se sabe nunca donde está, no avisa.
Fuma e incluso bebe.
Lleva ropa provocativa.
Se maquilla demasiado.
El peluqueado es extravagante.
Lleva ropa sucia y rota.
Va mal en los estudios.
No hace tareas ni estudia.
Se pasa el día comiendo.
Tiene un lenguaje vulgar y grosero.
Insulta a sus padres y hermanos.
Miente para hacer siempre lo que le da la gana.
No ayuda en la casa.
No cumple sus encargos.
Usa las cosas de los demás sin permiso.
Se cuelga del teléfono durante horas.
Tiene un novio bastante mayor que ella.
Se pasa el día escuchando música.
Es irritable y agresiva.
Trae amigos a casa cuando no estamos.
Amenaza con irse de la casa.
Se lleva el carro sin permiso.
No hace planes junto con el resto de la familia.
Siempre quiere estar sola.
Exige demasiado dinero.
Es sexualmente activo.
Nos amenaza físicamente.
Esta deteriorando mis relaciones de pareja.

Características psicológicas de los adolescentes
La etapa de la adolescencia implica una serie de cambios de la estructura psicológica del individuo, que se pueden resumir de la siguiente manera:
Descubrimiento de la propia identidad. El adolescente intuye y descubre que “él” es “el”, no otro. Distinto a cualquier otra persona.
Ambivalencia entre infancia y madurez. Se descubre a sí mismo con rasgos de adulto y rasgos de niño.
Inseguridad ante la ambigua realidad. Como consecuencia de lo anterior aparece en el adolescente una gran inseguridad en sí mismo.
Máscaras. Para disimular la inseguridad necesita protegerse, para lo cual usa máscaras de comportamiento, que impiden a los demás darse cuenta de la realidad. Esto es un mecanismo inconsciente.
Agresividad, como máscara, para proteger la inseguridad.
Rebeldía, otra máscara. Cada adolescente tiene una forma distinta de ser agresivo. Aveces con violencia verbal o de comportamiento y otras en forma de ensimismamiento.
Necesidad de llamar la atención. Narcisismo. Como manifestación del descubrimiento de su propia realidad. Quiere decir a todo el mundo “yo soy yo”.
El amparo al grupo. La identidad grupal. El grupo proporciona refugio a la inseguridad personal y da fortaleza ante la amenaza de los adultos.
Conocer los límites. La mayoría de los comportamiento de los adolescentes obedecen a una razón: saber cuáles son los límites de los adultos, por eso los someten a prueba haciendo cosas disparatadas.

¿Qué influye en los problemas entre padres e hijos?
La personalidad de los padres o del hijo (dura y poco comprensiva).
Inconsistencia en las exigencias.
Discrepancia de los padres en cuestiones importantes.
Inexistencia de normas y roles claros.
Ausencia de un desaguadero para expresar los sentimientos.
Una crisis de la pareja que afecta a los hijos.
Se acumulan, sin resolver, tensiones familiares.

¿Cómo tener un hijo adolescente...y ser feliz?
No se considere agraviado por lo que los adolescentes hagan: no es nada personal... es simplemente su crisis.
No tome los problemas de sus hijos como propios: deje que él maneje su vida y tome sus decisiones. Pero exíjale que éstas no afecten a los demás.
Establezca con su hijo (gano-ganas) los límites y normas necesarias para vivir en armonía.
Si su hijo tiene un problema serio, ayúdele, pero no se amargue usted la vida: no añada un problema a otro problema.
No se puede “obligar” a nadie a ser bueno: hay que venderle la idea y ayudarle con ideas y con acompañamiento.
El bien de la familia está antes que el bien del adolescente. Conviene, sin embargo, conseguir las dos cosas.
Desconcierte de vez en cuando a su hijo. No sea tan predecible que su hijo/a sabe siempre qué esperar de usted.
No tome decisiones sobre la marcha, ni acepte hechos cumplidos. Calma, paciencia, reflexión…y después actuar con firmeza.
Si usted se sale de casillas, su hijo lo manipula y lo domina, ganó la batalla.
Tenga un interés real y genuino por las cosas del adolescente.



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